El 20 de diciembre de 2013 Bolivia envió al espacio su sueño satelital. Actualmente el Túpac Katari recauda más de dos millones de dólares mensuales y su capacidad está cubierta en un 70 por ciento. Con el cierre de la brecha digital como bandera, la Agencia Boliviana Espacial (ABE) prepara un segundo artefacto, que espera poner en órbita en tres años. TeleSemana.com dialogó con el director de la ABE, Iván Zambrana, que hizo un pequeño recorrido por los desafíos superados y contó los pormenores de la segunda misión espacial.
¿Cuáles son los clientes del Túpac Katari? ¿Qué capacidad está ocupada?
La mayoría de los clientes, prácticamente todos, son nacionales. Hay una pequeña capacidad vendida a Colombia pero es menos del uno por ciento. Cerca del 45 por ciento se vendió a Entel y un 25 por ciento a otros operadores de telecomunicaciones. Viva también es cliente, Millicom no porque tiene contratos satelitales para todas sus operaciones a un nivel más corporativo. También son parte de la lista de clientes instituciones del Estado y canales de televisión.
¿Cómo esperan completar el 30 por ciento restante?
Por experiencias internacionales sabemos que no se llega al 100 por ciento, pensamos llegar al 90 por ciento. Lo que queda se ocupará en un 10 por ciento con el crecimiento de la demanda de los clientes actuales y otro 10 por ciento corresponde a la capacidad en Ka. Usaremos esa banda para brindar al mercado productos finales a partir de marzo. Se trata de un servicio de Internet satelital para hogares a precios que estén al alcance de la población rural.
¿Qué expectativas tienen con ese producto?
Es la primera apuesta de este tipo y tenemos muchas expectativas de que sea bien acogida porque hay una demanda insatisfecha. Esperamos alcanzar 8.000 hogares. Estamos seguros de que vamos a venderlo muy rápidamente. No nos enfocaremos en zonas urbanas porque allí hay otras tecnologías. En 2016 se hizo una encuesta, la última disponible, que indicó que el 64 por ciento de la población se conectó a Internet en los últimos 30 días. Aunque ahí ya aparece un margen, la muestra es poco certera. Es como el acceso al agua: puede haber una pileta en el pueblo o agua en una casa. Todavía hay mucha gente, diría más de la mitad de los bolivianos, que no tiene Internet en la calidad debida.
¿Cómo piensan comercializar el servicio?
Vamos a apostar por la comercialización basada en Internet. Tendremos una tienda virtual. Sabemos que muchos de nuestros eventuales clientes no cuentan con el servicio pero pueden trasladarse a un sitio relativamente cercano para contratar. En caso de que esta opción no funcione como esperamos, rápidamente vamos a ver la posibilidad de adquirir socios con quienes ya hayamos tenido conversaciones preliminares para que ellos vendan nuestro servicio en sus tiendas físicas. Estos socios son, en primera instancia, las cooperativas de telecomunicaciones que existen en cada departamento.
¿Tienen precio previsto?
Seguramente terminará de definirlo el área comercial pero estará alrededor de los 40 dólares por mes, con un adicional por instalación de alrededor de 100 dólares, traducido en moneda nacional. El servicio en banda Ka estará completamente enfocado en residencias. La velocidad prevista son 4 Mbps de bajada y 1 Mbps de subida. El precio no es muy competitivo pero estamos enfocados en mercados que no son atendidos, en sitios urbanos hay mejores ofertas que está pero lo vemos normal pues el satélite sirve para llegar a donde otras tecnologías no llega.
¿Qué aspectos funcionaron a favor de la misión satelital que puso a rodar Bolivia?
Se dio una tormenta perfecta, el conjunto de muchos factores. El país tiene una demografía y topografía muy difícil y adecuada para las soluciones satelitales en comunicaciones. Tenemos un millón de kilómetros cuadrados y somos casi 11 millones de habitantes. El territorio tiene llanos amazónicos, cordillera, antiplanos. Es el sitio ideal para usar satélites.
Por otra parte, la Constitución de 2009 puso los servicios básicos como derechos de las personas y uno de ellos son las telecomunicaciones. Al ser un derecho básico es responsabilidad del Estado hacer que las personas puedan ejercerlo y había una voluntad política de resolver el problema de comunicaciones para casi un tercio de la población que vive en sitios rurales, alejadas.
En Bolivia el mercado de telecomunicaciones es pequeño en relación a otros países de la región. El principal operador de telecomunicaciones es también del Estado, que es por mucho el que más cobertura llevó a las zonas rurales y tiene como prioridad usar los servicios del satélite boliviano. También había una base de profesionales listos para hacerse cargo del tema y un buen diálogo con entidades de todo tipo que funcionaron a favor de un lanzamiento en tiempo y forma.
¿Hubo problemas con el registro del satélite?
No, fue una mala interpretación. El tema satelital desde los años 80 se ha complicado bastante. No hay un registro internacional de satélites, no hay una oficina que le de patente a un satélite como a un coche, que es como lo plantearon los que acusaron al artefacto de ilegal. Hay un reglamento. El proceso de coordinación que tiene que hacerse es largo y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) prevé siete años para ejecutarlo. Nosotros, como hacen muchos, lanzamos el nuestro sin que haya finalizado el proceso. A la fecha todo ha concluido y tenemos un registro en el libro maestro internacional de frecuencias de la UIT.
¿Qué recomendaría a un par de la región que quiere lanzar un satélite propio?
No hay que descuidar la mirada de la opinión pública, quizás hemos cometido ese error. No nos ocupamos desde el principio de alfabetizar, de evangelizar a la gente en temas espaciales. Se trata de aspectos muy ajenos a la realidad de las personas y la oposición aprovechó ese ambiente de ignorancia para echar piedras. Se ha dicho que es un gasto dispendioso, que son 300 millones de dólares que pudieron usarse para hacer escuelas. En el segundo proyecto es distinto porque ya se demostró que eso no es cierto, que los satélites hacen mucho bien. Hay que instruir.
Un segundo tema es trabajar mucho más con los otros actores. En nuestro caso quizás podría haber funcionado mejor la coordinación con Entel, a pesar de que cuando se generó el proyecto del Túpac Katari la ABE no existía y se llevó a cabo entre Entel y el Ministerio de Comunicaciones. Una vez que se formuló el proyecto el operador no participó en toda la medida que pudo al extremo que ahora mismo Entel usa capacidad en algunos satélites del exterior. Es marginal la cantidad pero lo ideal sería que todo lo que usa Entel la use en el satélite boliviano, eso pasaría en el mundo ideal.
El tercer punto es el fiscal. El satélite boliviano paga más impuestos en Bolivia de los que pagan los satélites extranjeros. Es algo que estamos gestionando pero los trámites avanzan lentamente y, en cierta manera, perjudican. Hay escenarios donde es difícil competir con los satélites extranjeros aún en nuestro país. Tenemos la estimación de que un satélite extranjero paga 2,5 por ciento de los ingresos en impuestos y el boliviano el 19 por ciento. Pagaríamos 10 veces menos impuestos si fuésemos extranjeros.
¿Cuándo se lanzará el segundo Túpac Katari?
Tenemos una capacidad en el primer satélite libre, lo que nos permite un espacio para gestionar el nuevo proyecto. La iniciativa ya está presentada y en vías de aprobación por las instancias que dan luz verde a la inversión pública. Estimamos que podía ser aprobado hacia fines de año o el próximo, este 2019 es un año electoral y se ha puesto prioridad en la salud pública. En ese caso, tendría que resolverse la ingeniería financiera pero no vemos eso como un problema. Posiblemente encontremos la posibilidad de financiar también ese proyecto con un crédito de algún país, puede ser China u otro. Se lanzaría a fines de 2022. Costará entre 200 y 250 millones de dólares.
Se habló de una capacidad muy superior a su antecesor. ¿Cuál es la idea?
La tecnología del primer satélite es SSF (servicio satelital fijo) y estos tienen la capacidad típica de 1.000 a 2.000 MHz de ancho de banda, quizás hasta 5.000 MHz. Después se desarrolló HTS y es el que el nuevo proyecto toma para sí. Esperamos casi 10 veces más de capacidad con la que queremos resolver los problemas de comunicaciones que aún quedan en Bolivia para gente que vive en áreas rurales. En el anterior teníamos 30 transpondedores en cuatro haces. En el nuevo son 50, de los cuales el 80 por ciento serán Ka y el resto Ku. La idea es que, con ello, se implementen servicios de Internet para el consumidor final. Buscamos buena calidad a un precio competitivo.